lunes, 5 de mayo de 2008

ANTONIA MERCÉ "La Argentina"





1890 – 1936

Bailarina y bailaora.




Antonia Mercé Luque. Nació en el Río de la Plata,Argentina.

Sus padres se encontraban allí realizando una gira artística. La madre, Josefa Luque, cordobesa de familia aristocrática, era bailarina; el padre, Manuel Mercé, castellano de Valladolid, primer bailarín y maestro coreógrafo del Teatro Real de Madrid.

Tenía la niña una bella voz de contralto, y el maestro Mercé deseaba que se dedicara antes que nada al bel canto; consintió la pequeña y comenzó a estudiar tan dura disciplina. Pero sin perder de vista el baile. Murió el padre en 1903, y ello propició que abandonara los estudios musicales para dedicarse por entero a la danza.

En 1914 protagonizaba en el Teatro Alhambra de Londres El Embrujo de Sevilla, junto a un importante elenco de artistas flamencos. A partir de las actuaciones londinenses en 1.914, su carrera fue en constante ascenso, hasta situarse como una de las primerísimas figuras del baile europeo. En 1925, cuando pone El Amor Brujo en París, era una estrella internacional indiscutible.
. Fue el tesón, el empeño en hacer de su arte algo único y, siempre que estuviera a su alcance, imposible de mejorar, lo que dio a toda la obra de Antonia Mercé “la Argentina”, ese aura especial tan consustancial a la personalidad de la artista.

En 1929 puso una nueva coreografía de El Amor Brujo en la Ópera Cómica de París. Y a finales de ese año se le rindió homenaje en el Instituto de las Españas de Nueva York, con intervención de García Lorca.

En 1935 vio la luz el libro “Arte y Artistas Flamencos” del viejo cantaor Fernando Rodríguez el de Triana, y ello fue posible gracias a la decisiva colaboración de ella. El libro pudo editarse, apadrinado "por los poetas del día y por la reina maga Antonia Mercé, La Argentina)". Y al final del libro, como colofón, el cantaor-memorialista hace una semblanza de ella en términos, por supuesto, de gratitud y elogio, pero significativos.

El año último de su vida fue de intensa actividad. El 27 de junio pronunció, en París, una conferencia magistral con el título El lenguaje de las líneas.
Sus crisis cardíacas aconsejaron que aquel verano se tomara un descanso, y para ello se fue a la villa Miraflores, cerca de Bayona. El 18 de julio el sacerdote musicólogo padre Donostia le comunicó que en San Sebastián se había preparado un gran festival de danzas vascas en honor suyo, que había expresado el deseo y el propósito de incorporar a su repertorio, alguna de ellas.

Nueve días de reposo completo habían dado a la bailaora un aspecto de vigor, una alegría y un brío que no se le había visto desde hacía tiempo, así que el médico autorizó que se trasladara a la capital guipuzcoana para asistir a aquel festival. En el regreso a Miraflores el coche se detuvo, averiado, a pocos metros de la villa. Argentina pudo llegar por su pie a la misma, entró en la casa y se detuvo en la primera estancia, cayó sobre un diván que se hallaba próximo.

Había muerto, cinco minutos después de las nueve de la noche de aquel histórico 18 de julio de 1936.

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